Es bien sabido que la Señora Antílope Sable suele pasear en las noches de invierno con más frecuencia que en las de verano, cubierta de cascos a cuernos con un abrigo enorme oscuro, que solo dejaba ver una parte de su hocico y silueta, por lo cual todos los que se reúnen en El Gran Roble sabían de su existencia y su rutinarios paseos.
Una de tantas noches, vieron que salió de su jaula, vistiendo una cazadora blanca mientras la nieve caía, con su figura marcada, su cabeza descubierta y caminando sobre unos zapatos que parecían hacer parte de las piezas con que los becerros juegan en sus agitadas y largas tardes; desapareciendo detrás de la colina, allí donde los pastos dejaron de crecer y el sol nunca llega.
Balenciaga Otoño-Invierno 2007
(Detalle zapato - técnica scratch)